«Las dos veces que he quedado con mi mentor ha sido muy constructivo. Primero conociéndonos, explicándonos nuestro bagaje, nuestras dificultades y expectativas laborales. La segunda vez, entrando más en materia, me sirvió especialmente para conocer realidades a las que mi mentor se había enfrentado en cuanto a lo laboral, y cómo él había gestionado la situación, dándome ideas y consejos para mi propia vida. He encontrado un amigo que se preocupa por las decisiones que he de tomar en mi campo de misión y me ayuda a sacar lo mejor de mí, buscando conmigo maneras de progresar. Aún falta mucho por aprender: miedos contra los que luchar, pasos de fe que dar, y otros aspectos que seguro tengo que tratar. La relación mentee – mentor es un diálogo donde yo también aporto a su vida profesional «un poco de aire fresco», y buscando siempre hacer la voluntad de Dios.»
0 comentarios